Emilia Rivadeneira: la artista que grabó el primer sello postal de Ecuador

Ilustración: Natalia Álvarez. Dirección de vestuario: Doménica Ortiz
"Es necesario que la sociedad empiece a interpelarse sobre los motivos que la llevan a invisibilizar a mujeres como yo: fuertes, valientes, decididas, capaces de romper moldes y esquemas".

Mi nombre es Emilia Rivadeneira. Nací en Quito, en el barrio San Marcos, en el año 1839. Me convertí en la primera mujer que se destacó en la técnica del grabado en Ecuador. Entre otros hitos, fui la artista que diseñó y elaboró el primer sello postal del país.

Viví en los años en que las mujeres y nuestra creatividad tuvieron que enfrentar grandes obstáculos: Dolores Sucre se vio acorralada por las críticas al “atreverse” a escribir y publicar sus poesías y sonetos. Dolores Veintimilla, una mujer adelantada a su época, que compartía los ideales del feminismo, se suicidó al verse acosada por sus enemigos y detractores.

En mi caso, mi padre, Manuel Rivadeneira, cultivó e incentivó en mí la sensibilidad por el arte. Al ser un tipógrafo de renombre y propietario de la Imprenta Rivadeneira, tuve la oportunidad de desarrollarme en un mundo reservado de forma exclusiva para los hombres: el arte del grabado. Así rompí con los esquemas y moldes de la época.

Dediqué mi vida a perfeccionarme en el manejo de una herramienta imprescindible para este arte, el buril. Actividad nada común entre mis contemporáneas; mi infancia y adolescencia transcurrieron en el taller de grabado de mi padre. Las herramientas y las paredes eran testigos inanimados de las largas jornadas que yo dedicaba a pulirme.

Mis primeros trabajos en grabado se plasmaron en libros, folletos y estampas publicados en la imprenta familiar. Mi padre siempre confió en mi talento y en que yo llegaría lejos. Por eso, a mis diecinueve años, me incentivó a trabajar en la Casa de la Moneda de Quito, donde tuve la oportunidad de convertirme en la diseñadora de la primera moneda decimal ecuatoriana, el fuerte de cinco francos. No era  común en aquellos años que una mujer se desempeñara en estas labores por las que, además, percibía un sueldo. 

En 1865, el gobierno de García Moreno puso en manos de mi padre el proceso de grabado para la primera emisión de sellos postales ecuatorianos. Es así como me convertí en la mujer que diseñó y trabajó en ellos.

Mi fama como grabadora creció más allá de las fronteras ecuatorianas. En 1872 fui la primera mujer invitada a participar, en nombre del país, en un evento artístico de los más importantes a nivel internacional: la Exposición Nacional de Lima, Perú.

También fui la primera ilustradora en la historia de la prensa ecuatoriana. Publiqué mis creaciones en La Luciérnaga, un medio de comunicación fundado por el padre Julio Matovelle, en Cuenca. Era el año de 1875. 

Para 1883 mis grabados fueron publicados en Los Principios, medio de comunicación quiteño.

Pese a mi contribución al desarrollo del arte y la cultura en el país, mi nombre y legado son casi desconocidos. Mi carrera es relevante en la historia ecuatoriana de la  filatelia y numismática. Sin embargo, estoy casi en el olvido. 

Es necesario que la sociedad empiece a interpelarse sobre los motivos que la llevan a invisibilizar a mujeres como yo: fuertes, valientes, decididas, capaces de romper moldes y esquemas. Dispuestas a escapar del statu quo y de destinos preconcebidos y limitantes.

Comparte en tus redes sociales
Scroll al inicio