Hace más de un año compré una pequeña planta de cartucho de color rosado, conocida como lirio de agua.
La puse junto a una ventana de mi habitación porque la vendedora me dijo que debía recibir sol y sombra. Todo iba de maravilla, sus hojas estaban verdes y brillantes y las flores seguían brotando con regularidad.
Pero un día se me ocurrió cambiar el lirio de agua de lugar. La puse al pie de una ventana de la sala. En teoría, seguía con las condiciones que necesitaba para mantenerse en óptimas condiciones, es decir, sol y sombra.
Sin embargo, empezó a marchitarse. Sus hojas cambiaron de brillantes a opacas y las flores brillaban por su ausencia. Pensé que tal vez me había olvidado de regarla con agua. Así que la regué con regularidad durante algunos días. Pero no mejoró. Más bien continuó marchitándose.
Entonces decidí devolverla a su ventana, en mi habitación, y por arte de magia volvió a estar hermosa y erguida. Meses después volví a cambiarla de lugar. La llevé a una terraza cubierta donde me aseguré que reciba lo que requiere: sol y sombra.
A los pocos días volvió a marchitarse. Esta vez no esperé demasiado y la devolví a su lugar, junto a una ventana de mi habitación.
No he vuelto a moverla.
No existen estudios científicos que demuestren que las plantas sienten o piensan. Pero mi planta de lirio parece tener voluntad propia. Ella decidió dónde estar, cuándo florecer y desde dónde mirar el mundo
Este episodio con mi lirio de agua me hace pensar en el libro Mi planta de naranja lima. Zeze, su protagonista, compartía sus secretos, sueños e ilusiones con una planta.
José Mauro Vasconcelos su autor, escribió frases potentes inspirándose en su planta de naranja lima:
“Todo lo que queremos hacer en nuestra vida debe estar marcado por el cariño, por la ternura y por la pasión”.
“Porque eres la mejor persona del mundo. Nadie me maltrata cuando estoy cerca de ti y siento un sol de felicidad dentro de mi corazón”
Entonces me pregunto: ¿mi planta de lirio de agua me puede escuchar o sentir? Me gusta imaginar que sí y que además disfruta de estar a mi lado.
A mí también me gusta crecer y florecer junto a su colorida y cálida compañía.