El sendero que sube es polvoriento y pedregoso. A ratos aparece la piel seca de alguna serpiente que ha decidido mudar en medio del camino. La vista abarca el valle de San Antonio, las estribaciones del Casitagua y la Marca, a lo lejos, detrás de la cual se abre como una boca el cráter enorme del Pululahua.
Salimos en las bicicletas y el sol se posa insistente sobre nosotros. El metal de las bicis se calienta. El agua en los termos hierve. El viento se levanta y arrastra el polvo de las canteras viejas y en medio de la granulosidad del aire podemos ver la silueta esbelta del monumento sobre la cima del cerro. Hacia allá nos dirigimos, pedaleando con esfuerzo. Transpirados.
El Cerro Catequilla se levanta justo frente a nosotros. Es un sitio arqueológico ubicado en los Andes Equinocciales, en la parte norte del Distrito Metropolitano de Quito. Debido a su vista de 360°, era utilizado como mirador, bohío ceremonial y observatorio astronómico por las culturas precolombinas. Fue aquí donde aprendieron a calcular el tiempo.
Es en este punto, a 2 638 metros sobre el nivel del mar, donde se encuentra la verdadera Mitad del Mundo, descubierta por los antiguos habitantes de estas tierras; el punto donde los hemisferios sur y norte se unen.
Existen varias teorías con respecto al nombre de este cerro. Algunos dicen que deriva de Catequil, dios del trueno de la cosmovisión andina, a quien se le consideraba la representación de la fecundación y la fertilidad. Otros aseguran que en realidad tiene que ver con Mama Quilla, ya que, en quechua, Catequilla significa Camino de la Luna.
En la actualidad, en la cima se halla el Pilar del Sol, una escultura realizada por Gustavo Guayasamín Crespo, sobrino del famoso pintor ecuatoriano Oswaldo Guayasamín. Esta columna representa la forma en que los indígenas crearon su propio calendario, mucho más preciso que el calendario gregoriano que se usa en la actualidad.
La escultura, de aproximadamente 15 metros de alto, está conformada por módulos metálicos que presentan el motivo de la cruz andina, uno de los símbolos más importantes en el imaginario indígena.
Al igual que pasa con el nombre del Catequilla, existen diferentes interpretaciones sobre la Cruz Andina. Hay quienes la llaman Patapata, que significa escalera, y afirman que es una representación de la Pachamama y la configuración del altiplano, con numerosas terrazas y mesetas que son simbolizadas por los escalones de la cruz.
Otros le otorgan un significado mucho más místico.
El origen de la palabra chacana es quechua, y puede ser interpretada como Chac Hanan: Puente hacia lo Alto.
En la cosmovisión andina existían tres planos: Hanan Pacha: el mundo de arriba, donde habitaban sus deidades principales como Viracocha, Inti o Mama Quilla. Kay Pacha: el mundo terrenal, donde habitan los seres humanos y otros dioses como la Pachamama o Mama Sara. Y Uku Pacha: el mundo de abajo o mundo de los muertos.
La chacana representa estos tres planos a través de su forma escalonada, pero también es esta forma, que consta de doce puntas, la que simboliza los doce meses del año. El Pilar del Sol del cerro Catequilla está conformado por once módulos con el motivo de la chacana y un módulo con la imagen del dios sol Inti.
Fue a través de la observación del sol que las culturas aborígenes, no solamente aprendieron el número de días que tiene un año, sino también que estas tierras se encontraban en el centro del mundo.
No por nada, Quito significa, en quichua, Sol Recto, que hace alusión a que, durante los equinoccios, el sol cae de forma vertical cuando llega al mediodía, y deja de proyectar sombra.