Opinión

Stornaiolo y el ocaso de Los Jubilados

Ilustración: Manuel Cabrera.

En los últimos meses la ciudad de Quito ha tenido muchos momentos grises en varios aspectos y, en el cultural, lastimosamente cada vez las autoridades atacan a lo más sensible de nuestras calles: nuestra identidad. 

Hemos visto cómo, sin ningún tipo de reparo, es fácil retirar, topar, borrar parte de lo que nos hace bien a la vista, a nosotros, y a nuestra imagen como sociedad. 

La obra de Los Jubilados reproducida en el 2015, en la Plaza de los Capellanes (luego del derrocamiento de la ex Dirección Provincial de Salud) -logró posicionarse, en siete años de existencia- en la memoria colectiva de la ciudad.

Ese posicionamiento se logró debido a su valor simbólico, sumado al lugar y el concepto que retrata, dando así un reflejo de nuestra quiteñidad.

Aunque esta creación no es considerada patrimonio cultural, es la reproducción de un artista laureado, Luigi Stornaiolo, y sus obras son consideradas como tal. 

Pero ¿quién es Stornaiolo? Podríamos pasar horas hablando de su trayectoria y su trabajo, pero prefiero decir que Luigi es un personaje activo dentro de la cultura y ha sabido retratar a esta ciudad curuchupa de una forma sardónica. 

Sus obras son la evidencia sincera de una sociedad nocturna y la mojigatería de esta quiteñidad que, irónicamente, aceptó ver su reflejo en un sinfín de óleos del autor. 

Personalmente creo que las obras de arte que no mueren son las anacrónicas, que no tienen tiempo y que siguen vigentes, como es el caso del mural Los Jubilados, el cual, a mi parecer, es una postal que todos vemos y se nos hace familiar en las plazas del Centro Histórico.

Las autoridades justificaron sus acciones bajo varios argumentos. Primero, que al ser pintado en un muro de espacio privado, el permiso daba por terminado sin opción a extenderlo. 

Luego se dijo que la obra presentaba desgaste propio de su tiempo o mala conservación y que por eso se iba a tapar, pero que se planeaba otro lugar (para volverla a pintar). 

Y, en tercer lugar, se afirmó que al ser una obra mural, estas son de carácter efímero…Y por un momento parecía que las “autoridades” habían dado un paso atrás al tapar solo a un jubilado y dejar a otro por unos días sin borrarlo.

Lastimosamente parece que solo tomaban viada, pese a la queja pública por parte de la ciudadanía en las redes sociales.

Todos estos argumentos pudieron ser socializados y en el tema técnico de conservación, las autoridades y comunidad, en general, deben saber que en la ciudad existen restauradores y conservadores, los cuales intervienen obras de todo tipo y soporte del s. XV,  XVI,  XVII, etcétera.

Esto nos da la certeza de que se podía intervenir sin ningún problema en la conservación de una obra prácticamente actual. 

Con respecto al otro aspecto de que el mural es de carácter efímero, pues no es una realidad en la totalidad de las obras. 

Cada creación puede ser pensada o redirigida hacia algo perenne de ser posible y, mucho más, en Los Jubilados, que demostró ser una obra que vive en nuestra memoria como quiteños.

Con mucha tristeza veo que, cuando hay aciertos como los de la obra de Luigi, tal parece que los únicos ciegos que no ven el valor y lo que puede lograr el arte, siguen siendo las autoridades.

Solo nos queda seguir forjando espacios nuevos desde cero y enaltecer las buenas acciones artísticas y culturales, tratando de conservarlas el mayor tiempo posible, porque no sabemos cuándo llegue alguien y borre algo que nos llenó de orgullo y pertenencia. 

Hoy jubilan esta obra sin un motivo real y válido. Por lo menos para mis conceptos de apropiación de espacios, Los Jubilados lograron algo único y muy importante para nuestra identidad. 

Consumir arte es vital.