Excéntricos. ¿Por qué son tan importantes en la sociedad?

Una sociedad sin excéntricos no se mueve, quedando condenada a girar en torno a su autocomplacencia hasta morir de aburrimiento.
TEXTO Y ANIMACIÓN INFOGRÁFICA: JAIME SERRA
Una sociedad sin excéntricos no se mueve, quedando condenada a girar en torno a su autocomplacencia hasta morir de aburrimiento.

En un mundo que parece cada vez más necesitado de etiquetas, en el que ya no parece suficiente una única palabra para referirse al ser humano, dentro de la cual cada individuo se haga libre en su singularidad, la figura del excéntrico, en tanto que personaje iconoclasta que desdibuja límites, que aparece formado sin molde y tampoco pretende construir ninguno, es más necesaria que nunca.

Si bien hay diversos tipos de excéntricos, el más valioso es aquel que se manifiesta en continua mutación, construcción, contradicción. Dejando en evidencia que, en contra de lo que se nos suele hacer creer (y creemos), no somos seres acabados, inamovibles, irreversibles, incluso, y, por tanto, destinados a ser sometidos por nuestras propias autoimposiciones.

Sin embargo, ser un excéntrico siempre ha supuesto un alto precio. Hoy, como ayer, como siempre, salir de las líneas configuradas es la más grande osadía. Podría pensarse que en una actualidad que parece aceptar dentro de la norma formas de sentirse y ser, que en otro momento habrían sido consideradas excéntricas, la excentricidad pierde sentido. Pero en realidad no es así, porque la mayoría de acepciones son, esencialmente, estéticas y el verdadero y valioso excéntrico desborda la ética.

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