Cultura pop

De la radio al podcast: una historia que se sostiene con la voz

de la radio al podcast
Ilustración: Manuel Cabrera.

Cierre los ojos y escuche:

5…, 4…, 3 segundos, 2…, 1: ¡Llegó la hora 0! ¡Viva el Ecuador!

Recuerdo muy bien esa frase, era todo un clásico: cada 31 de diciembre se sintonizaba Radio Tarqui para recibir el nuevo año. 

Si la memoria no me falla la primera transmisión radiofónica se realizó desde la ciudad de Riobamba, en 1929, desde Radio El Prado. Los primeros programas fueron musicales y culturales. A partir de ahí durante toda la década de los 30, en el país proliferaron las emisoras. Por citar algunas: HCJB La voz de los Andes, Radio del Telégrafo, Radio del Litoral, Radio Bolívar y la conocidísima Radio Quito (aquí entre nos, compartimos cumpleaños: 18 de agosto).

Durante su época de oro grandes artistas se dieron a conocer, no solo en el plano musical sino también  en el plano dramático. Las radionovelas se tomaron la programación y era inevitable perderse un episodio de las mismas…

La voz de los Benítez y Valencia, Carlota Jaramillo o el gran Ruiseñor de América robaban suspiros y aplausos al público. Algunas emisoras tenían su propio salón para las presentaciones que se transmitían al mismo tiempo.  

¿Por qué la relevancia radiofónica?

El descubrimiento de las ondas radiofónicas llegó a sacudir su tiempo, no solo por ser la tecnología de comunicación más avanzada para entonces, sino porque rejuveneció un elemento poderoso: la voz; aún hoy estudiamos los efectos que causa  la voz de una madre que acurruca a su hijo. Pero para no ir más lejos (porque el tiempo en radio vale oro) tomemos la imagen más sencilla: un grupo, alrededor del fuego, narrando historias. Con el sonido se activa el sentido auditivo y este dispara la imaginación. 

Las narraciones de eventos deportivos permitían a los oyentes verse en el campo de juego, visualizar la jugada e incluso sentir el clamor de la hinchada gracias al efecto emotivo que el comentarista transmitía. La emotividad se volvió un elemento valioso y bien aprovechado por el mercado que las emisoras empezaron a abrir.

Consumíamos las historias que nos contaron: El derecho de nacer, Rayo de Plata, Kaliman. El hombre increíble. Y entonces la voz y la radio crearon un nexo con la cotidianidad social y política de nuestro entorno. Los noticieros, y los avances informativos estaban a pedir de boca.

La radio logró convencer a la población de diferentes países de lo que se transmitía por ella: los discursos del rey Jorge V en Inglaterra, lo mismo que Hitler en Alemania o Mussolini en Italia y los boletines internacionales (Radio HCJB retransmitía los boletines internacionales de la BBC de Londres) durante la II Guerra Mundial, ni qué decir cuando el medio empezó a producir de manera serial adaptándose a la industria cultural.

La radio se volvió la ventana y la voz del mundo.

¡Extraterrestres a la vista!

El 30 de octubre de 1938 el concierto de piano N°1 de Chaikovski invadió las casas de Nueva York y Nueva Jersey, de pronto la voz de Orson Wells interrumpió la música. Al parecer la tierra estaba siendo invadida por los extraterrestres. Los oyentes de la CBS Radio se quedaron al filo de sus asientos por 59 minutos, para tiempo después salir en tromba dominados por la histeria y el pánico. 

Sin embargo, no fue el único caso…

11 años después, el 12 de febrero de 1949, para ser exactos, desde las oficinas de “La voz de la capital” una presentación del duo Benítez y Valencia fue interrumpida para dar una información importante: unos platillos voladores aterrizaron en la ciudad de Latacunga y se dirigían a Quito. El efecto fue el mismo: la gente se alborotó. La emisora emitió un comunicado, esto no calmó las cosas; al contrario hizo que la población tomara represalias e incendiara las instalaciones de Radio Quito y El Comercio.

Este fenómeno demostró el poder de convencimiento que la radio había adquirido. Dando  como resultado el mito de los ovnis pero sobre todo teorías sociales y comunicacionales planteadas ya sea desde el periodismo con Harold Laswell (1902-1978) o la filosofía con Marshall McLuhan (1911-1980) y la sociología con Paul Felix Lazarsfeld (1901-1976). Los tres autores mencionados tomaron a la versión radiofónica de La guerra de los mundos como caso de estudio para sus planteamientos teóricos. 

Una breve pausa comercial

Antes de continuar es necesario decirlo: en el Ecuador el 91% de las emisoras son propiedad o iniciativa privada, mientras que el 5% se encuentra bajo el dominio de los medios públicos; dejando apenas un 1% para los medios comunitarios, esto según el registro público de medios emitido el 2021.

¡Ya estamos de regreso!

Aunque no lo parezca me crié con la radio en el oído: a las 5  de la mañana la encendía para escuchar “Solo boleros”, en la tarde mientras hacía la tarea escuchaba “Viva la tarde con radio Quito” y en la noche, dependiendo el día, mataba mis crisis sentimentales con “Insomnia” o moría de miedo con “El terror llama a tu puerta” y los fines de semana no faltaban los “Variaditos Ecuashyri”. Antes de olvidarme les recomiendo La tía Julia y el escribidor, Una novela que aborda el mundo de las radionovelas y su fragmentación del mundo real con el ficticio. obra de Mario Vargas Llosa.

Hoy escucho muy poco la radio, y no soy fan de la radio online, si me preguntan por qué la respuesta es evidente: ha llegado el podcast. Pasamos de los kilohertz a los megabytes.

Para una mejor experiencia conecte sus auriculares

La llegada de internet transformó a los medios tradicionales: al abrir un nuevo mundo hay que poblarlo; era de esperarse que tanto la prensa, como la televisión y la misma radio migraran hacia este entorno. Fue el periodista Ben Hammersley quien acuñó el término “podcast” a través de un artículo suyo para The Guardian publicado el 12 de febrero de 2004 (¿se dieron cuenta de la coincidencia?, si su respuesta es no: miren la fecha de emisión de La guerra de los mundos por Radio Quito).

No existe un dato fehaciente sobre cuál fue el primer podcast; al principio se trataba de una conversación o debate sobre un tema determinado, sin embargo hoy podemos consumirlo con relativa facilidad. Con el paso de los años el género ha ido en evolución y constante cambio; podemos hallar entrevistas, música, variedad, opinión, etcétera. 

En 2019 Spotify alcanzó 217 millones de suscripciones. En 2020 esta cifra aumentó a 345 millones; en 2021 logró 365 millones de cuentas activas y en lo que va de este año ya hay 433 millones de usuarios (según cifras de la misma plataforma). Cada uno con gustos y perfiles de consumo diferente. Sport eso que desde el 2019 se empezaron a entregar los “Spotify Awards”  un reconocimiento que reúne 12 categorías, de las que resalta: Artista del año, Podcast del año, artista más escuchado (masculino y femenino), artista más compartido, emergente, artista más seguido y artista más agregado a playlist.

Lo curioso de los Spotify Awards es que cada reconocimiento o nominación se lleva a cabo gracias al algoritmo que maneja la aplicación.

Al igual que la radio el podcast también ha tomado su mirada y posicionamiento ya sea político o ideológico, lo cual hermana a la perfección con la radio. También abrió las puertas del mundo para consumir y conocer diferentes entornos. Por ello es necesario saber que se consume y ser crítico con ello. El podcast también es un negocio. Pese a todo el crecimiento tecnológico, lo que une a la radio y su primo menor es la voz. Nuevamente nos encontramos ante el rejuvenecimiento del mito o su resignificación.

Preferencias

El primer podcast que escuché fue Relatos de la noche. Y me voló la cabeza. Soy fan del cómic, las historias de Batman Desenterrado y Wolverine La larga noche me las consumí de un tirón durante un fin de semana. Debido a mi trabajo también escucho contenido relacionado con la literatura como El Buen Librero, Solaris y Hablemos de escritoras. Les recomiendo escuchar: Solaris “ensayos sonoros” de Jorge Carrión.

Tanto el streaming como el podcast modificaron nuestra manera de consumir productos culturales. Rompieron con la expectativa y la espera que la radio exigía. La periodicidad nos daba tiempo de asimilar lo que escuchamos. Dejamos de juntarnos en el fuego para contar y escuchar historias… hoy leemos con los ojos cerrados.

Sin  embargo nos queda un hilo que no se rompe y resiste, que nos grita en silencio y que usamos a diario: nuestra voz es el motor que mueve tanto a la radio como al podcast y que nos recuerda que, antes de cualquier tecnología de comunicación, en el principio fue la voz.